Sin suerte
por Ricardo Gondim
– Atención, señores pasajeros de la nave tierra, aquí les habla el comandante. Estamos aproximándonos peligrosamente al abismo y no tengo como revertir nuestra caída. Por favor, aprieten sus cinturones y cierren sus ojos. Recen, y que sea lo que Dios quiera –
El mundo va rumbo a su aniquilamiento. En breve llegará el “doomsday”, el juicio final. Ya se escucha el galope de los caballos apocalípticos, el redoble de los tambores del Armagedón y los ayes de las madres que amamantan. Los canarios callaron y los cuervos se multiplican.
Falta poco para que los prados se conviertan en basurales y los mares en cloacas. Leones se quedarán sin corderos para cumplir antiguas profecías de pastar juntos; con serpientes extintas, los niños colocarán sus manos en los nidos sin ningún peligro. Dante será popular; Kafka se sentirá vengado. Será fundada la Gotham City de la nueva era.
¿Qué esperar de un mundo donde las guerras son normales, y millares de años después, la paz una aberración? ¿Qué esperar de un mundo donde los cerdos viven mejor que la gente?
No hay caso.
Mientras haya pereza intelectual en el colegio, preconcepto racial en la avenida y cobardía moral en los palacios políticos, ningún futuro llegará.
Mientras los científicos dependan de las inversiones de las transnacionales viciosas por el lucro y militares continúen embozados por la industria bélica, la suerte del planeta estará comprometida.
No hay caso.
Mientras los religiosos permanezcan optimistas, ciegos por sus certezas inoperantes, no habrá esperanza.
Mientras hombres y mujeres de buena voluntad no ensucien sus pies en el barro, se arremanguen y salgan de la zona de confort para promover la justicia, no habrá futuro.
No hay caso.
Mientras no se propague la percepción de que inmoralidad significa conspirar contra la vida sin restringirse al moralismo sexual, no hay como creer en días mejores.
No hay caso.
Mientras Mamón continúe idolatrado y el alma de hombres y mujeres comercializada en Babilonia, no se puede anticipar la paz.
Por la imbecilidad de muchos no se hablará en fe; por la arrogancia de muchos, no quedará piedra sobre piedra; por la inclemencia de muchos, el amor se enfriará.
¿Será que una patada en la boca del estómago pueda generar la voluntad estúpida de revertir el pronóstico ruin?
Espero que si.
Soli Deo Gloria.