El camino menos transitado
por Ricardo Gondim
Recuerdo los detalles. Acostado en la cama con los pies trepados a la ventana, llegué hasta aquella antipática exposición del Nazareno: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”. Como un estilete al picarme el alma, sus palabras me dejaron sin opción. Yo necesitaba convertirme. Palabras antipáticas, sí, pero tan nobles que resonaban en el Sermón del Monte, alcanzándome en Ceará dos mil años después.
Tiempo después, conocí al poeta estadounidense Robert Frost. Aprendí sobre su trágica vida –tuvo una hija que se suicidó– y cómo optó por los caminos menos expuestos de la vida literaria –prefiriendo el campus universitario a los escenarios bien iluminados que seducían a los petas–.
El camino no elegido -The Road not Taken- se volvió mi primer ejercicio para entender poesía en inglés y quedé encantado. Frost también me fascinó porque afirmaba, con otras palabras, la misma verdad que me inició en las pisadas de Cristo.
Fui muy feliz cuando escuché, en una película de propaganda del USIS –United States Information Service–, al viejo poeta declamando dos poesías en la ceremonia de asunción de John Kennedy como presidente del Imperio; Frost aceptaba aquella invitación inusual y terminaba su vida con prestigio, vengado por la opción de vivir con austeridad.
Admito que no siempre logré honrar el versículo que me convirtió y confieso no haber sido totalmente fiel a mi primera y mayor inspiración poética. No obstante, continúo atraído por la misma voz que me convoca a elegir la puerta estrecha; aun me alucino con Frost afirmando que el camino menos transitado, al final, hará toda la diferencia.
Para quienes no conocen a Frost, les aconsejo que lean susurrando sus poemas con una reverencia que sólo los más dignos merecen.
Los que desean aprender a degustarlo, comiencen por el poema que se apoderó de mí y que aun hoy me orienta – en la traducción de María Fernanda Celtasso:
The Road not Taken
Robert Frost
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
Soli Deo Gloria