Vacantes en el Reino de Dios
por Ricardo Gondim
Llegó a mis manos un documento confidencial, con un membrete en relieve que dice: “Sala del Trono”. Es una circular interna del Cielo que describe el perfil de las personas que Dios busca para encarnar los valores de su Reino en la tierra.
No me pregunten quien filtró ese papel tan secreto; realmente desconozco su origen. Sólo logro comprobar su autenticidad por el contenido de las propuestas, a mi parecer, coherentes con la Biblia.
Transcribo a continuación:
“Se buscan mujeres y hombres que no vivan esclavizados por las obsesiones que dominan a las personas: riqueza, fama y poder. Serán eximidos aquellos que corren alucinados, siempre preguntando: ‘¿Qué comeremos, que beberemos? O, ¿con qué nos vestiremos?’ No serán recibidos curriculums de quienes gusten de lugares prominentes y posar al lado de personas consideradas importantes. Ningún entrevistado puede vanagloriarse de sus hechos. Se sugiere que sea considerado, solamente, el que se deleita con la grandeza de las galaxias o con la fragilidad de las margaritas. El candidato preaprobado debe hacer prácticas en algún desierto, y será despedido sumariamente aquel que no sepa oír la voz de los vientos más delicados; quien no se embriague con el sol del atardecer que colorea el cielo de tonos rojizos; y quien no calle delante de las constelaciones que adornan las noches oscuras con sus diamantes.
Para ocupar la posición de apóstol, sólo se admitirá a quien renuncie a ese título; será reprobado el candidato que afirme, de alguna manera, que se siente honrado con la posibilidad de continuar con la misión apostólica. El entrevistado necesitará evidenciar discreción y total desinterés a las alabanzas humanas. No será admitido, bajo ningún punto de vista, cualquiera que, aún de vez en cuando, demuestre estar considerando un proyecto propio. Está descalificado el que insinúe, hasta inconscientemente, que le gusta el dinero. Será despreciado quien se esfuerce por demostrar una espiritualidad más intensa que la mayoría de las personas.
Hay una gran necesidad de profetas, pero se exigirá una mayor rigurosidad en la ocupación de esa posición. El profeta será testeado en su capacidad para sentir el corazón de Dios. En una primera evaluación, el candidato será llevado a convivir entre los sufrimientos más mortificantes de la humanidad. Será despedido sumariamente aquel que ofrezca explicaciones teológicas al dolor universal. En principio, se requiere que el profeta sepa recostar su oído en el corazón de Dios y sienta sus anhelos y vibraciones por la raza humana. Repruébese aquel que no vierta lágrimas; quien no solloce con la muerte innecesaria de los niños; quien no se indigne con la voluptuosidad de los que acumulan fortunas; quien no proteste contra la indiferencia de los cómodos; y quien no luche contra los preconceptos raciales, culturales y de género.
El candidato a evangelista, deberá llenar los siguientes criterios:
1) Amar a las personas más que a su oficio. Por lo tanto, es bueno observar como reacciona al éxito o al fracaso. Será reprobado todo aquel que demuestre externa alegría por el buen resultado de alguna de sus tareas. Será descartado, igualmente, el que se entristezca con el bajo rendimiento de sus esfuerzos. Solamente será apto para el oficio de evangelista quien aprenda a amar, incluso cuando las personas resistan su mensaje. Ser fiel es más importante que tener éxito.
2) No se aceptará al orador soberbio, que repita clichés, o que maltrate el buen juicio de las personas con frases gastadas. Quien haga promesas irreales, quien responda al drama humano con simplismo; quien use el mensaje del Evangelio con el intento de sobornar o reprimir el amor de las personas, será desacreditado.
3) Tendrá descalificación inmediata quien invite a la conversión recurriendo a las emociones. La entrevista calificadora debe terminar en el instante en que se perciba que al candidato a evangelista le gusta manipular y sensibilizar a las personas con llanto y frenesí.
Hay vacante para pastor. No obstante, no se debe acelerar la ocupación de esa función. Sólo será admitido el candidato que ya haya caminado extensamente con el pueblo. Es bueno que conozca todo el espectro social, y sepa transitar entre ricos y pobres; enfermos crónicos y atletas profesionales; empleadores y empleados. Como los pastores no pueden vivir encerrados en sus oficinas, es una buena sugerencia que se evalúe como se comporta cuando predica para grandes auditorios, y como trata a individuos. El que demuestre mayor experiencia con multitudes, pero evita el contacto personal, será rechazado. Todo pastor necesita caminar de la mano con familias enlutadas; necesita saber esperar por la noticia de la muerte al lado de las ovejas que lloran en el pasillo de la Terapia Intensiva; necesita conversar pacientemente con los jóvenes que luchan con su sexualidad; y necesita abrazar cariñosamente a los ancianos. Es imprescindible que, de vez en cuando, llore cuando oficie casamientos.
Existe una gran necesidad de maestro. Pero, para esa función, el candidato necesita presentar su currículum académico, que será analizado de acuerdo a las capacidades y oportunidades de cada uno. Sin embargo, el futuro maestro no puede valorar exageradamente la letra al punto de matar el espíritu de los textos. Debe evidenciar disposición para defender la verdad, principalmente cuando ella estuviera al servicio de la vida. Serán descalificados aquellos que, en la defensa de sus convicciones, demuestren desinterés existencial. Se debe pedir que cada candidato escriba su apreciación de la poesía, pintura o música; deberán quedar afuera los que demuestren un exagerado rigor literalista en el análisis técnico de las obras. No sirve para esa función el que pierde la belleza subjetiva, aquella que sólo se percibe con el corazón. Cuando el entrevistado comente que domina un determinado tema, quedará bajo sospecha hasta el final de la entrevista. A manera de ejercicio, es menester que cada argumento del futuro maestro sea contestado con presupuestos diferentes. En el caso de mostrarse intolerante, o no quiera ceder debido a la arrogancia de su conocimiento, será reprobado”.
¡Me sorprendí con la integridad en la Descripción de las Funciones en el Reino de Dios! Que fantástico es que Él continúe buscando verdaderos cooperadores.
Aconsejo que muchos candidatos se encierren en sus cuartos, doblen sus rodillas y se ofrezcan de voluntarios; será una honra verse incluidos en el muy noble servicio de continuar lo que Jesús comenzó.
Yo ya envié mi solicitud y espero mi aceptación. Pero, mientras no llega, entreno a otros. Deseo que ellos se transformen en hábiles artesanos de una nueva historia.
Soli Deo Gloria.