30 de marzo de 2007

Amor y libertad

por Ricardo Gondim

Libertad y amor

No se puede ejercer libertad y coerción al mismo tiempo. Nadie puede sujetar al ser que ama con la intención de conquistar su cariño.

El ser amado necesita sentirse libre para cambiar, para rechazarme o para huir; y yo que le ofrezco mis sentimientos, sufriré por sus elecciones.

Además, cuanto mayor es el amor, mayor es la posibilidad del dolor. Quien ama con amor infinito corre el riesgo de sufrir un dolor infinito.

Juan Luis Segundo aseguró:

"... significa también que la persona amada permanece libre para cambiar, para rechazarme o provocarme el mayor dolor que puedo experimentar. De hecho, amar es ofrecerse desprotegido (según la frase de Freud) al dolor.”

¿Qué sucede entonces con la persona que cree poder exigir de Dios una creación donde el amor sea infaliblemente feliz? Pretende un amor sin don de sí, esto es un no-amor, un egoísmo donde la persona a quien digo amar se convierte en un instrumento determinado y ciego, sin capacidad de expresar libremente su ser.

El amor infalible no es amor. El dolor es la otra cara del don de sí mismo, sin reservas, gratuito, como es todo amor verdadero”.
Por lo tanto, el Dios que no se hizo vulnerable a la posibilidad de ser rechazado, no ama. Y el Dios incapaz de amar no es el Dios bíblico.

Soli Deo Gloria.