11 de septiembre de 2008

Un huracán y tres países

por Ricardo Gondim

Sólo una pequeña pregunta: ¿por qué la misma tempestad produjo distintos sufrimientos en tres países? El huracán Ike masacró a los indefensos haitianos y mató gente muy, muy miserable; luego castigó a los cubanos que padecen la anacrónica economía castrista. Cuando llegue al rico suelo americano, los texanos estarán bien preparados para defenderse de sus tempestades. Con eficientes programas de evacuación el pueblo podrá librarse de su ferocidad. Y las residencias, construidas de acuerdo a rígidas legislaciones, tendrán grandes posibilidades de soportar el azote de Ike.

Quiero saber. ¿Los haitianos son más pecadores que los cubanos y los americanos? Si no lo son, ¿por qué sufren más? ¿Qué justicia explicaría suertes diferentes frente a un fenómeno de la naturaleza? Cuando suceden terremotos de la misma magnitud, los que agonizan bajo la pobreza padecen más. Insisto, quiero saber por qué.

Cuestiono, porque vi el noticiero y me sentí pésimo al ver las multitudes padeciendo. Simultáneamente en Haití y en India, mujeres y niños hambrientos corrían para recibir comida con el agua en la cintura.

Quiero conexiones que hagan sentido en mi alma, necesito organizar mi espiritualidad y fe. Las respuestas que me dieron no me tranquilizan, ya no convencen…

Por lo pronto, la respuesta que tiene algún sentido es que el sufrimiento asimétrico de Haití, Cuba y los Estados Unidos no tienen nada que ver con Dios, sino con la injusticia, con la distribución de la riqueza y con los procesos históricos que debilitan dos naciones y fortalecen la otra.

Vivimos en un mundo con tempestades, terremotos, sequías y tsunamis. Tan solo sé que, si fuéramos más solidarios, menos aldeanos y más ciudadanos del mundo, la suerte de esos miserables no sería tan cruel.

Soli Deo Gloria.