9 de enero de 2008

Cortito

por Ricardo Gondim

Hoy no quiero escribir mucho. Ando saturado de teorías, sin inspiración para versificar, sin paciencia para explicar, sin tiempo para corregir.

Apenas quiero tranquilizar a mis poquísimos lectores. Algunas personas me escriben preocupadas. Por favor, no se alarmen, estoy bien, muy bien. No me amargué, no me obstiné en la perfidia, no escupo insultos; creo que aún no soy una mala compañía.

Caramba, ¡si estoy contento! El domingo prediqué sobre Filipenses 2:5-11, hablé de Jesús de Nazaret y me sentí con el alma lavada. Desperté el lunes y corrí 12 kilómetros conversando con mi amigo Ed René, exorcizamos los demonios de la semana pasada con endorfina y sudor. Acabo de recibir como regalo una nueva bicicleta de carrera para prepararme (finalmente) para el triatlón. Hoy voy a visitar a mi querida tía. Releo “Los hermanos Karamazov”. ¿Qué más un hombre puede querer de la vida?

El día 14 de enero de 2008 celebro 54 años bien vividos. En mi biografía: amé como un pagano, me comprometí como un cristiano, trabajé como un obrero, lloré como un huérfano y celebré como un campeón. Nunca pasé 24 horas en un hospital, nunca necesité dar explicaciones a un juez, nunca mendigué el pan.

Me siento amado y querido por mi comunidad de fe. Soy padre de tres amados hijos; tengo tres nietos que se parecen a ángeles; mi esposa me ama apasionadamente. Mi hogar es un oasis. Pago cualquier fortuna por pasar una noche en casa.

Corrí 10 maratones y 16 pruebas de São Silvestre. Ya dejé a muchos jóvenes, con la mitad de mi edad, mordiendo el polvo en los 42 kilómetros y 195 metros de la competencia más difícil del atletismo.

Nunca hice convenios con masones, políticos, militares o sacerdotes para lucrar financieramente; jamás lamí las botas de quien sea para ganar prestigio personal. No soy un cuervo que sobrevive de una burocracia denominacional.

Entonces, ¿por qué estaría amargado? En verdad, me veo distante de los patrones de hierro de los fundamentalistas; camino en sentido opuesto al de los hechiceros travestidos de pastores cristianos; no quiero caminar junto a gente a quien cuestione su ética. ¡Eso es todo!

Pero, por favor, que nadie confunda esos movimientos míos con amarguras. Los que comparten mi amistad saben que no soy tan aburrido. Aleluya.

Soli Deo Gloria.